Sitio oficial de la Asociación María Reina del Tercer Milenio
Fueron estas palabras de la Virgen de Fátima que resonaron en los corazones de un grupo de familias y amigos, que en Buenos Aires, en el año de 1997, constituyeron, el primer núcleo de la Asociación Mensajeros de Fátima, que más tarde cambiarían su nombre al actual, Asociación María Reina del Tercer Milenio.
Queriendo atender de esta forma, al pedido del Papa San Juan Pablo II para la Nueva Evangelización, se inician varias actividades promoviendo la devoción a María, que es el camino más seguro y recto que nos conduce a la unión con Jesucristo.
Este versículo del Evangelio de San Mateos representa bien el inicio de la Asociación María Reina del Tercer Milenio, marcado por una amplia divulgación del libro “Fátima, Aurora del tercer milenio.”
Cooperadores y simpatizantes de la asociación salían a las calles, aproximándose a vehículos y transeúntes para difundir el mensaje de Fátima a través de folletos que tenían un cupón en donde el interesado podía solicitar el envío del mencionado libro a su domicilio.
Entretanto, hay algo más, de importancia primordial, que motivó a la Madre de Dios a venir en persona a transmitir su mensaje a los tres pastorcitos. Es el anuncio de la victoria de la Santísima Virgen sobre el imperio de Satanás, o sea, el Reino de María, previsto por San Luis María Grignion de Montfort y por varios otros santos: “¡Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará!” – afirmó Nuestra Señora, en Fátima.
“Es una perspectiva grandiosa de universal victoria del Corazón regio y materno de la Santísima Virgen. Es una promesa apaciguadora, atrayente y sobre todo majestuosa y emocionante” [2]. (…)
Para que nuestros ojos puedan contemplar maravillados el mediodía de ese sol -el triunfo del Inmaculado Corazón de María- cuya aurora se ha convertido en Fátima en aquel día 13 de mayo de 1917, la Virgen María nos da los medios: “Si hacen lo que yo os diga, se salvarán muchas almas y tendrán paz.”
Una dificultad surge, entretanto. Los pedidos de Nuestra Señora no fueron atendidos; los hombres continúan pecando cada vez más.
¿Qué razones tenemos para creer que Nuestra Señora dará cumplimiento a su promesa?